Existe un mantra muy cierto que revela una verdad sobre la vida.
"A veces la vida apesta"
Esta afirmación es muy cierta y bastante común. Revela la diferencia que se manifiesta cuando el plan que la vida tiene y mi plan personal dejan de coincidir sustancialmente. Esa diferencia es lo que crea sufrimiento y conflicto en el mundo. Nos saca fuera de balance. Cuando la vida fluye según nuestro plan, todo se siente armonioso y bello, pero cuando la vida no fluye según lo esperado, decimos que la vida apesta.
La vida se desenvuelve sin un plan
La vida se despliega como una danza libre y sin fin, cambiando y fluyendo incesantemente. Cuando el viento sopla hacia el sur, la hoja que se ha desprendido del árbol vuela hacia el sur, bailando en armonía con su destino. No se cuestiona: "¿No se suponía que debía volar al norte? ¿Quién es el responsable de esto?” El Universo permanecerá en silencio sin importar cuántas veces preguntemos, "¿por qué?”.
Fluir significa bailar con el viento en la misma dirección. No preguntamos por qué fluye en esa dirección porque ahora sabemos que no lo sabemos. No podemos controlar los términos y condiciones de cada resultado. Pero hemos sido programados para pensar y sostener la idea de que si algo sale mal, es porque alguien tiene la culpa.
Cuando ocurre el desastre, cuando las cosas fluyen en una dirección inesperada, nuestra primera reacción subconsciente es dejar de sentir amor por nosotros mismos, nos bloqueaos a nivel del corazón. En otras palabras, frente a la adversidad generamos auto rechazo.
Una pregunta esencial que puede ayudarte a sentir la sensación, la emoción que surge en ese momento será:
¿Qué siento cuando las cosas no salen como yo quiero?
¿Qué me sucede internamente cuando la vida no fluye a mi manera?
¿En quién te conviertes cuando crees que la vida es injusta?
¿En quién te conviertes cuando no eres reconocido de la manera que quisieras?
¿Qué sientes internamente cuando estás viviendo en un bello escenario y repentinamente la vida toma un cambio de dirección?
Puedes sentir la ira, la frustración, el miedo, el dolor, todas estas sensaciones surgiendo en tu pecho.
Cuando llega la adversidad, te gustas menos a ti mismo
Cuando la vida no fluye a tu manera, tiendes a reprimir tus emociones, y tiendes a culpar y juzgar a la gente que se interpone en el camino de tu proceso emocional.
Cuando llega el enojo, te gustas menos a ti mismo. "¡Oh esta horrible sensación otra vez!" No te agrada sentirla y haces todo lo posible para expulsar esa desagradable emoción de tu sistema y proyectarla hacia afuera. Te castigas a ti mismo con una especie de incapacidad para amar al personaje que está pasando por un inevitable cambio inesperado.
Hemos aprendido a actuar de esta manera para evitar sentirnos mal. Estamos acostumbrados a reaccionar porque crecimos viéndolo a nuestro alrededor, por todas partes desde la infancia. Hemos aprendido siguiendo el ejemplo de nuestros padres, amigos, televisión, etc. Reaccionar se ha convertido en la norma social.
Las emociones frustrantes que se generan cuando la vida no es como quisiéramos nos ciegan de una manera subconsciente y total a un principio fundamental el cual, si lo realizáramos en ese momento, nos permitiría entrar en un proceso de sanación que generaría un cambio fundamental en nuestra vida.
Todo lo que te ocurre está ahí para ayudarte a evolucionar
Cuando la vida no fluye como queremos nos sentimos incómodos. Odiamos los cambios inesperados, pero cuando esto les sucede a otros nos parece interesante. Por ejemplo, cuando vas a ver una película, te encanta la adversidad. El protagonista se encontrará en una situación incómoda y nos preguntaremos: "Ahora, ¿cómo va a salir de este embrollo?" Y estamos pegados a la pantalla emocionados para ver cómo resuelve la situación o no.
Cuando ves una película, comprendes el hecho de que todo lo que le sucede al personaje está ahí para que éste se transforme en un aspecto más elevado de si mismo. Pero en nuestra vida tendemos a olvidar que todo lo que nos sucede está ahí para ayudarnos a evolucionar y expandirnos en aspectos más elevados de la conciencia e incentivar nuestro crecimiento más profundo.
Cualquier cosa que se interponga en tu camino es tu práctica espiritual
Cualquier cosa que se interponga en tu camino es tu proceso espiritual. Lo que sea que estés rechazando podría ser la catálisis a tu máximo potencial. Cada manera en que la vida se desenvuelve será siempre tu destino más elevado en acción. Puede que no te guste lo que está surgiendo como catalizador de tu evolución más elevada, pero siempre está garantizado que te hará más evolucionado y más brillante en alguna parte a lo largo del camino. Todo es tu proceso espiritual.
Sólo puede determinar la calidad de tu experiencia
Puedes hacer lo mejor que puedas, pero no eres responsable del resultado. Sólo de cómo te sientes al respecto.
Está bien que no puedas controlar los términos y condiciones de cada resultado, porque estos están fuera de tus manos. El destino está fuera de tus manos. No se puede cambiar el resultado, pero se pueden tomar decisiones que determinen cómo se experimenta y cómo se siente la calidad de la experiencia por la que estás pasando. Por lo tanto, tus elecciones no crean resultados, tus decisiones determinan la calidad de la película que estás viviendo.
Así que tu problema no es la adversidad, sino lo poco que te amas a ti mismo cuando se produce un cambio incómodo. No importa lo que pienses, importa lo que te digas a ti mismo cuando la vida se desmorona, en el momento en que no la vida fluye como te hubiese encantado que fuese..
El que insiste en que las cosas se hagan a su manera está llorando por amor. Todos nos aferramos a que las cosas "salgan a nuestra manera" porque pensamos que eso nos va a dar la satisfacción que sólo nuestro amor puede proveer.
La analogía del niño de cinco años
Por ejemplo, imagina que ves a un niño de cinco años que amas profundamente, que llora desconsoladamente, de dolor. ¿Cuál sería tu reacción natural? Probablemente irías y abrazarías al niño con todo tu amor. Al sostenerlo y acogerlo con amor, sabes que eventualmente se calmará sintiendo tu apoyo empático y amoroso.
El mismo mecanismo que utilizamos para calmar a ese niño que sufre es el que debemos aplicar para calmar a nuestro niño interior. Pero primero debemos tener claro dos cosas: que no estamos en control de cada resultado y que las adversidades son una oportunidad para trascender las emociones negativas recurrentes mediante la práctica espiritual de quererte más en la adversidad.
Suelta al mensajero
El primer paso se llama "Suelta al mensajero". Soltar al mensajero significa dar gracias a la persona que supuestamente te está apretando los botones. Esta persona está brindándote la oportunidad de poner este ejercicio en práctica y sanar esa emoción reincidente, suprimida, que aún no has integrado y que se ha venido repitiendo una y otra vez en tu vida. Da gracias a la persona, despide al mensajero inmediatamente, suéltalo y concéntrate en tu emoción.
Acepta incondicionalmente el sentimiento
Está bien permitir que tus sentimientos salgan a la superficie. Está bien estar enojado, agitado, irritado, porque esos son los sentimientos en tu cuerpo que te ayudarán a hacer las paces con el hecho de que la vida no siempre irá como tú quieres.
Así que después de despedir al mensajero, acoges el sentimiento, la ira por ejemplo, te quedas con la ira, no la alejas, dejas que esté dentro de ti sintiendo incondicionalmente el estado emocional que se despliega dentro de ti, sin proyectarlo hacia afuera sobre los demás.
No intentes hacer desaparecer el sentimiento, no lo alejes. La integración del dolor y el malestar es un procedimiento sencillo. Elegimos "estar" con nuestro dolor y malestar incondicionalmente, lo que significa que no tenemos ninguna agenda aparte de estar con él. No estamos tratando de arreglar, cambiar, entender, visualizar, transformar, curar o manipular la sensación de incomodidad de ninguna manera.
Ama al que se siente agitado
Y luego abrazas y aceptas con amor al que siente la ira, te abrazas y dices: "Te amo", de la misma manera que abrazarías al niño con dolor. Éste es tu niño interior sufriendo dolor y tú eres el que sostiene al niño interior, mientras dices: "Te amo, te amo". Amándote más, no menos.
No se trata de cambiar la ira por amor. No estoy diciendo que seas amoroso en vez de estar enojado. La ira te brinda una oportunidad para amar a una parte de ti que necesita amor en vez de rechazo. No es, debería ser amoroso en vez de estar enojado. Ama al que está enojado. Sientes la rabia y abrazas a la persona que siente la rabia, te abrazas con amor mientras sientes la rabia.
Esta práctica permitirá naturalmente que otras emociones suprimidas comiencen a salir a la superficie. Empezarás a sentir algunas emociones profundas que fueron empujadas al sótano de tu ser. Saldrán a la superficie de forma natural para recibir la integración sanadora del abrazo amoroso que te estás dando a ti mismo.
Si la vida no va a mi manera, está bien
Esta es una de las maneras más maravillosas de sanar emociones negativas si lo intentas con autenticidad, con vulnerabilidad y con honestidad. Si lo pones e práctica, verás los resultados y encontrarás una herramienta que funciona para integrar las emociones reprimidas y empezar a aprender a responder en vez de reaccionar.
Y algún día dirás: "Si la vida no fluye a mi manera, está bien”. No significa que no tengas un plan, significa que aceptas que la vida está cambiando todo el tiempo, y muchas veces está fuera de tus manos. Lo que sí está en tus manos es cómo responder en vez de reaccionar. Tú eliges el amor en vez del rechazo y la culpa.
¿Cómo cerramos la brecha? Nos amamos a nosotros mismos para hacer las paces con el hecho de que la vida no siempre fluirá según nuestro plan. Porque no hay nada más hermoso que estar centrado en el corazón y permanecer en paz sin nada más que resolver. Realmente puedes ir a tu centro, mirar en cada esquina y no tener ningún resentimiento, ninguna herida, y poder estar solo contigo mismo y sentirte cómodo, sentir armonía. Pero es tu trabajo, tienes que hacerlo, si no lo haces, nadie lo hará por ti.
El universo siempre está conspirando a nuestro favor, al surgimiento de nuestro más alto potencial. No vas a salirte con la tuya en la mayor parte, pero aunque siempre te salgas con la tuya, acabas recibiendo mucho menos de lo que la vida te ha guardado.
Cultivar la gratitud, y amar lo que surge, pase lo que pase, es lo que hace que el cambio de la mente al corazón sea rápido y natural.
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